La resolución de patologías en la edificación suele ser más compleja de lo que aparenta. A menudo pequeñas grietas o manchas tienen un origen oculto en la estructura, en la cimentación, o en el intercambio de aire entre interior y exterior, por citar algunos ejemplos.
La mayoría de patologías en la construcción tienen una relación directa con el agua o con la humedad. Conviene a fin de ahorrar actuaciones y gastos inútiles hacer un buen análisis previo y una planificación ordenada del proceso de reparación. En BEM arquitectura procedemos de la siguiente manera:
- Inspección y diagnosis. Advertimos cuales son las patologías existentes, la tipología estructural del edificio, sus sistemas constructivos y los elementos del entorno que pueden afectarlo. A partir de toda esta información elaboramos una hipótesis que podemos corroborar con otras pruebas realizadas por especialistas seleccionados para cada caso: laboratorios de análisis del aire, especialistas en madera u otros materiales, pruebas de aluminosis, etc.
- Proyecto. Esta última información confirma o descarta nuestras hipótesis. A partir de aquí, y no antes, se pueden tener los datos suficientes para hacer una propuesta de actuación que solucionará con garantías técnicas una parte o la totalidad de los problemas detectados.
- Obras. Una vez iniciadas las obras bajo nuestra dirección técnica, confirmamos que la patología se corresponde con lo estudiado y con la solución propuesta. En casos de detectar variaciones o nuevos datos, tenemos margen para reconducir la actuación y adaptar las soluciones a la nueva situación.
- Cierre. Una vez finalizadas las obras elaboramos o añadimos información al libro del edificio, indicando todo lo observado y realizado en él durante nuestra intervención. Así queda constancia para futuras actuaciones y para el buen uso y mantenimiento del edificio.
Este proceso, que hemos ensayado y perfeccionado ya en numerosos casos, y que además es el recomendado y reconocido como adecuado por guías de rehabilitación y códigos técnicos, nos permite ofrecer seguridad, garantías y calidad en el resultado de las obras, pero además casi siempre supone un ahorro final en el coste de las mismas, ya que la pequeña inversión inicial en la planificación técnica se traduce en eficacia durante las obras, que finalmente son el grueso del presupuesto.